lunes, 16 de julio de 2012


La protesta de las jefas de hogar contra la U. del Mar

[La promesa] Son madres, dueñas de casa, que soñaban con un título y que ahora viven en la incertidumbre.
por Por Marcera Andrés
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Un sueño. Para Ana Durán era un sueño ser enfermera. Y a los 58 años, con cuatro hijos, vio una oportunidad. Por una amiga se enteró de un curso especial en la Universidad del Mar, en Maipú, para que las jefas de hogar que habían participado en programas comunales obtuvieran el título de técnico en enfermería. Las clases serían todos los sábados, durante dos años, de 9 a 18 horas, y el pago unos $ 45 mil mensuales en cuatro años. “Cuando niña nunca pude estudiar, porque en ese tiempo mandaban los padres. ‘¿Cómo va a estudiar enfermería? No, que sea secretaria’, me decían, y fui secretaria. Después llegaron los niños, nunca pude, y ahora que ya están grandes estaban todos orgullosos porque yo estaba estudiando en la universidad. Ahora se me vino todo abajo, mucha pena, es un sueño de siempre y no poder cumplirlo...”, se lamenta.
En su curso son 27 alumnas para quienes el sueño se transformó en un trago amargo desde que estalló el escándalo y los cuestionamientos contra la U. del Mar, entidad que es investigada por el Ministerio de Educación y la fiscalía por denuncias de irregularidades, desde problemas curriculares a económicos.
Ana vuelve a pisar la universidad para reunirse con algunas de sus compañeras y tratar de entender lo que pasará con ellas. Jacqueline Morgado (40) es una de las alumnas que ha golpeado puertas haciendo consultas. Cuenta que se acercaron a los dirigentes estudiantiles que no sabían de la existencia de este curso especial y que en el Ministerio de Educación tampoco tenían noticias sobre ellas, donde luego les advirtieron que su programa no cumplía con las horas necesarias para obtener el título y que aunque no es ilegal que ofrecieran este plan -ya que la universidad es autónoma-, ese tipo de cursos especiales en realidad son para quienes tienen una formación previa en el mundo de la salud.
Priscila Rodríguez (29), alumna del curso, recalca que cuando fue a consultar a la universidad “la jefa de carrera me dijo que era igual que la carrera de lunes a viernes, pero intensivo” y por eso vio una opción para salir adelante.
Hay más reclamos. Nora Méndez (44) dice que en su caso “fui a hacer una práctica, pero la supervisora de la universidad no fue jamás, así que la práctica está nula”. Por ella, que les devolvieran los dineros y se cerrara la universidad. Elizabeth Peña (30), agrega que “los profesores creían que algo sabíamos, que veníamos a convalidar, y nosotros veníamos en blanco. Se los dijimos y ellos decían: ‘estudien’”.
Ester Escobar (50) recuerda que “cuando supe de este curso fue como una puerta que se abría para mí, era salir de lo que siempre he hecho, ser dueña de casa”. Pero explica que comenzó a cuestionarse la falta de prácticas. “Yo estaba feliz, tengo un hijo de 15 años, él me veía como un referente, estaba llena de ilusiones, la oportunidad de mi vida para independizarme. Ahora tengo una tristeza muy grande, desilusionada, frustrada... no quiero hablar más, porque me emociono”, se disculpa.
Ana María León (48) esperaba graduarse este 28 de julio, pero cuenta que “ahora quedó todo en nada, estamos súper defraudadas. Creo que las autoridades no sé por que están tan calladas y tranquilas, esto lleva un tiempo y no hemos visto solución. Nos mienten, aquí nos han dicho que esto va a seguir, que se va arreglar. No sabemos qué hacer”.
Elizabeth Pizarro (35), quien ingreso al curso buscando dar un mejor futuro a sus dos hijos, pide “que nos congelen los pagos, si nos pudieran reconocer en otro lado sería genial, porque si no, lo único que vemos es que hay que empezar de cero en otra parte”.
Consultado sobre la situación de este curso para jefas de hogar, el director académico de la sede Maipú de la U. del Mar, Antonio Tapia, señaló que no podían referirse al tema hasta que termine la investigación del Mineduc.
Para estas mujeres cuesta volver a creer. No saben si seguir estudiando o dar por terminado el sueño. Se organizan para presentar reclamos al Sernac y demandas. Jacqueline insiste en que “queremos ser buenas profesionales, salir adelante, pero nos están aplastando”. Mientras que a Ana Durán le gustaría que las autoridades las escucharan, pero cree que “en este momento son todos sordos. Si no se preocupan por los más jóvenes, dudo que se preocupen por nosotras. Ojalá se pusieran las manos en el corazón, por el sacrificio que hemos hecho para poder sacar un cartón”.

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