lunes, 16 de julio de 2012


La escuela de los latinoamericanos

DIVERSIDAD
[iNMIGRANTES] Más del 40% de los alumnos de la Escuela Alemania son extranjeros del barrio Yungay. Su equipo de vóleibol multicultural es campeón de la comuna.
por Por Natalia Ramos Rojas
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"HOY los niños salen de vacaciones, pero la mayoría sigue viniendo a los talleres de invierno que preparamos", dice Marcelo Ampuero, profesor de Educación Física de la Escuela Alemania, mientras atraviesa la multicancha del colegio y unos niños juegan una pichanga.
Ampuero trabaja hace 20 años en la escuela de educación básica de la calle Libertad, en el barrio Yungay. Gracias a su larga permanencia en el establecimiento ha sido testigo del evidente cambio en la última década.“Al principio teníamos dos alumnos peruanos y eran nuestra atracción. Hoy, casi la mitad de los niños son hijos de inmigrantes. Entre ellos se comentaban que aquí los recibíamos y empezaron a llegar”, cuenta el profesor.
La Escuela Alemania es uno de los establecimientos públicos con mayor porcentaje de inmigrantes del país. De las 345 matrículas, 143 son de niños de Perú, Ecuador, Colombia y República Dominicana. El peak se registró en 2008, con el 50,7% del alumnado extranjero. Este año, la cantidad se redujo al 41,4%, ya que ahora se han matriculado los hijos que los residentes extranjeros han tenido en Chile. Un ejemplo de esto, es que de los 25 apoderados del prekínder, solo tres son chilenos.
Como casi un centenar de alumnos son peruanos, hace cinco años que todos los lunes, junto al himno nacional y al del colegio, se canta también el de Perú.
Celebran la Independencia peruana y el 6 de octubre realizan el Encuentro de Integración Latinoamericana, donde invitan a todas las escuelas del sector con nombre de países para desarrollar actvidades en torno a la cultura y gastronomía de cada nación.
El 21 de mayo no se celebra; más bien, se conmemora sin resaltar los puntos de conflicto. “Este año hicimos una representación de la carta que Grau envió a la señora de Arturo Prat, comunicándole su fallecimiento. Es importante resaltar el hecho desde una visión de armonía”, cuentan los profesores del colegio.
Los más pequeños también hacen trabajos relacionados con los países y sus culturas. “A veces los niños me preguntan si estamos en Chile o en Perú”, cuenta Gloria Alfaro, parvularia de pre-kínder, mientras los niños disfrutan de una convivencia. En la cabecera de la mesa está Nicole, la única dominicana en todo el colegio.
Gracias a su diversa población estudiantil, es el único colegio en Chile que imparte el ramo Historia, Geografía y Ciencias Sociales de Sudamérica. La asignatura, aprobada por el Ministerio de Educación, profundiza en contenidos latinoamericanos y se dicta desde 2011 solo al séptimo básico, en dos horas extras a la jornada escolar semanal.
En el recreo, seis niñas que bordean los 13 y 14 años juegan vóleibol. Son parte del equipo que representa a la escuela en los Juegos Nacionales Escolares desde hace dos años y está compuesto por cuatro peruanas, dos chilenas y dos ecuatorianas.
En 2011 fue campeón provincial y venció a todos sus contrincantes a nivel comunal. “Son buenísimas. A los peruanos les gusta jugar vóleibol porque hace algunos años lo fomentaron a través de una campaña, entonces se masificó y se volvió popular. En Chile es un deporte más selectivo”, explica Ampuero, entrenador del equipo.
Este año, nuevamente salieron campeonas de Santiago y esperan llegar a la fase provincial, para dar la pelea en el regional sin morir en el intento. “Para una escuela de tan bajos recursos como nosotros, con gran parte de los niños en vulnerabilidad social, haber pasado todos estos niveles es increíble. Les fortaleció la autoestima. Antes se disminuían ante cualquier equipo, incluso antes de enfrentarlo. Ahora, se sienten seguras de sus capacidades”, dice Ampuero.
Valentina conversa con un grupo de niñas. Es chilena y se matriculó este año en séptimo, luego de que sus papás decidieran cambiarse de casa.
“Tengo amigos de todos los países y cursos. En mi otro colegio cada uno se juntaba solo con sus compañeros, pero aquí todos compartimos más”, dice, sin pasar por alto que al principio lo encontraba curioso.
“Después los conocí y al final son igual que nosotros”, reflexiona Valentina.
En el patio, Erly destaca por sobre los demás. Con solo 14 años mide 1,89 metro y quiere ser basquetbolista profesional. Mientras, juega con los niños que revolotean a su alrededor. Linda mira la escena desde el pasillo. Ambos son parte de la veintena de colombianos matriculados en la escuela. A ella su acento la delata. Llegó a Chile hace dos años gracias a un plan de refugiados. Lo que más le gusta es que puede ir y volver al colegio sin temor a los atentados de la guerrilla.
Linda habla y su amiga Ester la mira con atención. Es peruana y va un curso más abajo, en sexto. “Ella me saludó un día, le respondí y nos hicimos amigas. No importa que no vayamos en el mismo curso, ni que seamos de países distintos. La amistad no se niega”, asegura la pequeña colombiana, sonriendo.

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